Color: Pumas se adueñó del Azteca, la noche mágica auriazul

El pueblo Puma se comprobó que impacta en el equipo, que los jugadores sienten y responden al aliento de la gente.

Ya pasaron dos noches desde la victoria con tintes épicos de Pumas sobre América y aún se escuchan los ecos del Goya no solo en el Estadio Azteca, en toda la Ciudad de México.

Pumas se adueñó del Azteca el pasado sábado en la vuelta de los cuartos de final de la Liga MX. Lo hizo no solo con buen futbol y amplio dominio de su rival. Pumas se apoderó de las tribunas, del apoyo, del momento, de la noche.

Ya es un ‘clásico’ que en este clásico capitalino la afición auriazul se muestre poderosa, imponente. Lo hizo el pasado miércoles en la ida con muy poca asistencia azulcrema y una inmensa mayoría Puma en CU.

© Sipa USA

Lo repitió en la que ya es considerada su segunda casa, el Estadio Azteca. El pueblo Puma invadió las gradas del coloso de Santa Úrsula, esta vez sin banderas y sin tambores. Había temor de lo que finalmente sucedió. Que el apoyo se volcara del lado de Pumas y el momento anímico fuera más favorable para los universitarios.

1% de posibilidades, 99% de fe

El partido comenzó con un ambiente espectacular, el duelo de porras estaba más vivo que nunca, sobre todo por que al minuto 11, Emanuel Aguilera convirtió un tanto de penal para las Águilas, muy dudoso. Igual de dudoso que el capricho de América de eliminar el gol de visitante para esta liguilla, factor por el que quedó eliminado el torneo pasado.

Las cosas se pusieron cuesta arriba para Pumas y fue ahí, cuando una vez más, su gente les recordó que de este barco nadie se baja hasta que todo haya terminado.

La Rebel estaba dando cátedra de aliento en las malas, cuando el marcador ante el odiado rival era adverso. Vino el tradicional ‘Goyazo’ al minuto 20 y una lluvia de papel picado con los colores universitarios descendió de la parte alta de la cabecera sur del Azteca invocando a ese tradicional lema que dice ‘1% de probabilidades, 99% de fe’.

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Más unidos que nunca

La ilusión del hincha universitario revivió cuando Alan Mozo empezó su espectáculo personal de la noche. El habilidoso lateral derecho, robó una pelota en la banda y envió un centro que dramáticamente se escurrió hasta el fondo de las redes de Guillermo Ochoa que había cometido un error al minuto 29.

Ya para entonces el Azteca era una sucursal de Ciudad Universitaria y el sonido local empezó a hacer sus ‘clásicos’ incumplimientos al reglamento de la Liga MX, aunque de manera muy discreta, los locales seguían teniendo el pase.

Pero antes de terminar la primera mitad, Pumas supo aprovechar su juego alegre y dinámico, fue otra vez Alan Mozo quien logró desbordar y meter un servicio preciso a Washington Corozo que de cabeza convirtió el 1-2 al 42 y desató la locura en la afición de Pumas que ya tenía controlado el ambiente del estadio.

La fiesta es de Pumas

La segunda mitad no fue muy diferente a la primera, Pumas dominó las acciones y nunca renunció al ataque. Al América hay que liquidarlo, Lillini lo sabía y los cambios finalmente le dieron el resultado esperado.

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Por tercera ocasión en el partido, Alan Mozo metió una pelota de gol brillante que Higor Meritao definió de cabeza ante la complacencia de la defensa americanista y liquidó un partido que Pumas tuvo siempre bajo control.

El 1-3 al 82 solo le dio a la parcialidad universitaria motivos y tiempo suficiente para festejar de manera anticipada el pase a semifinales, de cantarle al odiado rival en su estadio en su cancha una eliminación muy dolorosa para el super líder de la competencia, que estaba siendo eliminado por el lugar número 11.

Que en la cancha no juegan los millones, que ahí están jugadores y cuando en tu equipo confías en el talento local, la cantera entiende y comparte ese sentimiento a sus compañeros que llegan de fuera. Pumas no se rinde, menos ante América.

El sonido local ahora sí de manera descarada intentó de todo para frenar el ímpetu de la Rebel que no hacía sino cantar más fuerte ante la provocación, la falta de deportivismo y hasta la exhibición a su afición que para entonces ya no alentaba, ya no empujaba ya no hacía nada como lo dijo el propio fotógrafo del equipo en redes.

Carnaval toda la vida

Lágrimas, risas, abrazos, alegría y mucha felicidad en cada canto, cada salto, en cada palma. Pumas estaba en semifinales, venció a su último gran verdugo en liguillas, al líder de la competencia y además lo hizo con garra, con espíritu, con pasión, como le gusta al hincha.

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La fiesta comenzó mucho antes del silbatazo final, los jugadores y aficionados se fundieron nuevamente en goyas y festejos al finalizar el encuentro. Muy diferente a la última visita de Pumas al Azteca donde no hubo sonrisas ni saltos.

El pueblo Puma se comprobó que impacta en el equipo, que los jugadores sienten y responden al aliento de la gente. Que están por que son incondicionales, pero también por que el equipo los necesita.

El sueño no ha terminado, Pumas y su gente caminan a una semifinal ante Atlas, un rival significativamente menos peligroso que América, pero es paso a paso, así se construyen las historias de los equipos grandes y sí, Pumas es el único equipo grande que sigue con vida en la liguilla del futbol mexicano.

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