A través de un comunicado, la RFU rechazó la acción de los organismos internacionales de futbol y la calificó de discriminatoria. “Contradice las normas y principios de las competiciones internacionales, así como el espíritu del deporte”, se lee en el comunicado.
“Es claramente discriminatoria y perjudica a un gran número de deportistas, entrenadores, personal de clubes y equipos nacionales y, sobre todo, a los millones de aficionados rusos e internacionales, cuyos intereses deberían ser protegidos principalmente por las organizaciones deportivas internacionales”, añade.
La RFU tiene un punto. Tristemente, estamos seguros que la mayoría de los clubes y sus jugadores no están de ninguna manera involucrados con los ataques que Rusia está llevando a cabo en contra de Ucrania. El deporte no debería de mezclarse con la política, sin embargo sabemos que en el futbol hay mucha política involucrada.
Aunque los organizmos de futbol sean independientes al gobierno ruso, las acciones en contra de la guerra deben de aplicarse de manera global desde diferentes frentes políticos y no políticos.
La afición rusa pagará con las acciones de su gobierno. Pero resultaba imposible que la FIFA y la UEFA siguieran tapándose los ojos ante la situación y ante la presión de la afición mundial que pedía que se tomaran medidas ante los actos de los últimos días en Europa.
Con una guerra como esta, resulta inevitble tomar partido. El ejemplo lo vemos incluso con Suiza. Históricamente se ha mantenido neutral ante las guerras, pero en esta ocasión ha optado por congelar las cuentas bancarias de rusos en el país.
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