Cuando la mayoría de las personas piensa en Beijing, es difícil imaginar que lo que pasa por la mente de todos es “un destino para deportes de invierno”. Esto se debe a que es muy raro que caiga mucha nieve en la capital china, especialmente durante febrero, un mes seco en el que las temperaturas rondan los 40 grados.
¿Entonces por qué Beijing ganó ser la sede de los Juegos Olímpicos de Invierno 2022? Pues es una muy buena pregunta que tiene mucho que ver con que Oslo se retiró de la contienda. Pero regresemos al tema del clima.
En febrero, el promedio de la caída de nieve en Beijing es menos de una pulgada, por lo que muchos de los eventos al aire libre se realizarán en Zhangjiakou, a un par de horas de Beijing. Y casi toda la nieve que verán en esas montañas será nieve artificial.
Estéticamente hablando es una escena un tanto extraña para unos Juegos Olímpicos de Invierno: el telón de fondo de los eventos de ski será el de unas montañas áridas y secas. Pero la nieve artificial también conlleva sus problemas ambientales, vía Quartz:
El clima en Zhangjiakou, a 100 millas de Beijing, es frío, pero seco. En las últimas cuatro décadas, cada invierno ha tenido un promedio de apenas 7.9 mm de precipitación. La puja de China para los Juegos Olímpicos de Invierno siempre dependió de un ejército de máquinas de nieve.
La puja de China calculó que necesitarían 49 millones de galones de agua para cubrir las pistas olímpicas con nieve. Sin embargo, un geógrafo entrevistado por Bloomberg, calculó que el país podría desviar hasta 2 millones de metros cúbicos (528 millones de galones) de agua para fabricar nieve, agravando la situación de una de las regiones con mayor estrés por falta de agua del país.
A menudo, la nieve artificial puede ser más fría que la de una nevada natural, así que tendremos que ver si la diferencia tiene un impacto visible en las competencias.
Artículo publicado por Ana Lucía Toledo
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