Ya hemos cuestionado la doble moral de la FIFA que en México castiga el grito homofóbico mientras que realiza un Mundial en un país donde la homosexualidad es considerada un delito. Las cosas desde entonces no se han puesto mejor.
El miércoles, durante el encuentro entre México y El Salvador en el Estadio Cuscatlán, la afición salvadoreña se puso muy violenta conforme avanzaba el partido.
Los salvadoreños perdieron 2-0, lo que solo encendió más a los aficionados locales, quienes optaron por lanzar basura a los jugadores así como a los aficionados mexicanos.
En las tribunas, incluso hubo botes de gas lanzados a quienes apoyaban al Tri. Y cuando Raúl Jiménez se preparaba para el penal, no dejó de caer basura sobre el campo.
Extrañamente, ninguna de estas acciones ameritó que los réferis decidieran pausar el juego para calmar a los Bichos Unidos, quienes claramente estaban perdiendo el control.
Es verdad que la FIFA no se ha pronunciado al respecto. Pero en realidad ya estamos listos para que no haya sanción alguna y, honestamente, no tiene nada de sentido.
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