La Federación Mexicana de Futbol está de manteles largos porque por fin pudo ganarle a FIFA una disputa en torno a las últimas sanciones impuestas por el grito homofóbico.
Yon de Luisa, titular del organismo del balompié mexicano, informó que el TAS no hará válida la sanción de FIFA para jugar a puerta cerrada los duelos ante Costa Rica y Panamá pero no abrirán las puertas al público.
La selección mexicana solo podrá ser vista por 2 mil aficionados, escogidos de alguna manera que no informaron y se probará un nuevo protocolo para identificar a los que insistan en gritar aquel famoso grito que identificó a México en los pasados mundiales.
Los aficionados tendrán que escanear un código QR para ingresar sus datos y si se trata de menores o niños, con los datos de sus padres. Se pondrá más vigilancia para identificar a los responsables y los que sean sorprendidos, además de retirarlos del estadio, se harán acreedores a un veto para no entrar hasta por cinco años.
Una medida muy represora cuando se trata de hacer conciencia y no de pelear contra la gente. Ese grito que hoy les cuesta tanto trabajo erradicar fue el mismo que se cansaron de promover y utilizar en comerciales y comerciales de los patrocinadores de la selección mexicana. Una sopa de su propio chocolate.
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